Aunque muchos comediantes alrededor del mundo han dejado una huella indeleble en la pantalla grande, sólo hay uno que puede presumir de haberlo hecho también en los diccionarios… y aquí lo recordamos celebrando que este 12 de agosto cumpliría 102 años.
Cuando Fortino Mario Alfonso Moreno Reyes inició su carrera en el cine a finales de los treinta, jamás imaginó que casi sesenta años después, la Real Academia Española de la Lengua incorporaría un verbo inspirado en su representación del típico “peladito” de la época.
El término cantinflear, que en la RAE se describe como “hablar de forma disparatada e incongruente”, comenzó a usarse en México, Chile y España en los cincuenta, pero hasta 1992 se integró oficialmente a los diccionarios junto con otras dos palabras derivadas del mismo: cantinflada y cantinflesco.
Si bien su talento para la comedia física era indiscutible, el Mimo de México conquistó definitivamente a las masas con su peculiar manera de hablar: juegos de palabras enredadas y modismos mexicanos que aunque a simple oída parecen no decir nada, tienen más significado del que creemos. Y es que a veces mil palabras valen más que una imagen; o dicho de otro modo: Cantinflas sin cantinfleo no es Cantinflas.
A lo largo de 45 años de trayectoria en el cine y más de 50 películas, el comediante enamoró al público con telarañas lingüísticas e improvisó frases y expresiones que se quedaron guardados en el imaginario colectivo.
“¿No que no, chato?” es probablemente una de las más usadas en su filmografía, pero otras como “Usted no se despreocupe” , “Ahí está el detalle” y “Tons, como quien dice…” también se hicieron populares y siguen vigentes hoy en día.
Irónicamente, entre tanta diarrea verbal y errores gramaticales, Cantinflas siempre supo comunicar lo que muchos puristas de la lengua nunca han logrado. Uno de los mejores ejemplos es el discurso final en la cinta ‘Su Excelencia’ de 1966, donde logra transmitir un conmovedor mensaje de paz y libertad a pesar del tono cómico y tropezado que lo caracteriza.
Otras frases como “Yo amo, tú amas, él ama, nosotros amamos, ustedes aman, ellos aman: ojalá no fuese conjugación sino realidad.” y “El mundo debería reírse más, pero después de haber comido” son ejemplos de lo que éste icono del cine mundial quería expresar a través de su comedia: recaditos de amor, respeto y crítica social disfrazados de palabrería y mala lingüística.
Y luego están los discursos que de plano no dicen nada, pero cómo hacen reír:
“Los países subdesarrollados tienden a desarrollarse dentro de un desenrollamiento natural porque si no nos enrollamos” o “Como dijo 'Chicaspear', la 'filosofía' de la vida es 'to be or no to be', que quiere decir "te vi o no"”…
Ya sea para provocarnos una carcajada o para hacernos reflexionar, el legado del más grande cómico mexicano no solo está en el celuloide, sino en la manera como nos expresamos en nuestro día a día: a veces con rodeos, aforismos sin sentido y siempre con un toque de humor y picardía.
En pocas palabras: todos llevamos a un Cantinflas dentro, y ahí, chatos, está el detalle...
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